Las calles estan frecuentadas por guiris holandeses, italianos, alemanes, suizos, austriacos, eslovenos, algún francés, eslovaco… y algún español pidiendo café con bollos a las 12.
El susodicho bar (IBIS), donde echamos un café con leche y decidimos que a Erni le llamaremos de aquí en adelante Ernesto Melo, es el clásico bar de los que yo llamo “de Lunes a Viernes”, donde te puedes encontrar a los clásicos mariachis de turno, el perdedor que va a que la camarera le regale sus oidos o los currelas que hacen un break en el camino, pero poco guiri, asi que fuimos el centro de atención de la camarera y del lugareño que paró un instante de cortejar a la joven. La camarera nos agasajó con música que podría ser perfectamente los chichos croatas, cambiando a música con estilo turco. El galán dejó la barra para acercarse a nosotros y de forma amable, nos preguntó de donde éramos porque no conseguia sacar nuestro acento italiano. Normal, mezclabamos las cuatro palabras que sabemos en italiano con el español.
Callejeando llegamos a la fortaleza, no tiene mucho de especial. Situada en la parte más alta de la ciudad, su punto fuerte son las vistas que tiene donde se puede ver el puerto, el casco antiguo, la parte más nueva, al fondo las montañas que rodean la ciudad y como no, el coliseo romano. La fortaleza tiene un foso que rodea la parte frontal, el resto es una pared contínua aprovechando la colina, es de planta cuadrada y cada esquina tiene forma cuadrada sobresaliendo del resto. Una vez dentro se accede a la parte superior por medio de rampas, en una de las esquinas hay una pequeña torre circular que más bien parece un faro en pequeño, con escalera de caracol incluida, siendo lo más alto de la fortaleza aunque no más de cinco metros de altura.
Desde ahí, decidimos ir hacia Plitvice, utilizamos la autopista y por el camino me da la sensación de que a pesar de haber sido un pais del bloque comunista del este y habiendo pasado una guerra reciente, está más desarrollado de lo que me esperaba, autopistas nuevas, con muchos viaductos para salvar los valles con los que nos cruzamos, que nos da una idea de que se ha invertido bastante dinero en infraestructuras. Las demás carreteras con buen firme, sin baches y bien acondicionadas. Al dejar la autopista y camino de nuestro lugar de recogimiento, nos adentramos en el interior del pais, con poblaciones pequeñas y casas de campo a lo largo del camino. También se pueden ver casas abandonas que fueron objetivo de la guerra y otras más nuevas con la sospecha de que los que las habitan pudieron haber perdido la que tenian, ya que tienen lo básico, cuatro paredes, techo y ventanas, donde aún se ven los ladrillos, como si darles una capa de cemento en las paredes y una mano de pintura fuera un extra al que el presupuesto lo considera un lujo o símplemente imposible de afrontar.
Llegamos al pueblo donde nos alojaremos, sitio pequeño pero conocedor de que estamos cerca del Parque Natural porque está lleno de casas que alquilan habitaciones. Sitio barato, el más barato desde que llegamos (42€), más bonito y en mejores condiciones. Al llegar nos recibe la sobrina del dueño, el señor Kovacivic, la chica (Boba, se llamaba así) es bastante agradable y maneja un buen inglés, también sabe alguna palabra en español gracias a que las telenovelas venezolanas no se traducen por esos paises.
La casa es la típica de campo por esas tierras, con patio detrás, dos plantas con desván y sótano, en la primera está la cocina, comedor, baño y alguna habitación para los dueños dejando la segunda para los huéspedes. Nuestra habitación tiene baño incluido, aunque hay otro en el pasillo. Fuimos a cenar a las 10 a un restaurante de carretera cercano en el que nos hicieron el favor de dar de comer porque cerraban en breve. Un par de lasañas (bastante buenas y bien de precio) y a dormir. Mañana toca ver los lagos de Plitvice, uno de los platos fuertes del viaje, nos hablan maravillas, veremos si es como lo pintan o nos decepciona. Mañana os lo cuento.